Desde el 7 de octubre de 2023, con el propósito de responder al ataque de Hamas, el gobierno de Benjamín Netanyahu de Israel ha implementado una estrategia caracterizada por ser dilatoria y engañosa. Esta ambigüedad se ha evidenciado con que, por un lado, afirma querer un cese al fuego; pero por el otro, asesina al negociador de Hamas en Irán, Ismail Haniyeh; al comandante militar, Fuad Shurk; y a la población civil palestina.
En el marco de esta ambigüedad estratégica, Israel ha intentado además provocar una guerra apocalíptica en la región al atacar a países terceros como Irán, Siria y Líbano, con los únicos propósitos de mantener unidos a sus aliados a su alrededor; sostener la idea que es una “victima” del terrorismo para ocultar sus atrocidades; y recobrar el estatus que ha perdido por sus acciones criminales que atentan al derecho internacional humanitario (DIH). Sin embargo, esos objetivos han sido insatisfactorios debido a que los países implicados no le han respondido militarmente como ha deseado y se han estado organizando de tal manera que el juego de la espera y la ambigüedad sea contraproducente para Israel y los intereses de sus aliados, en especial Estados Unidos, pues otros actores como China, Rusia y los BRICS han ingresado en el tablero político para buscar soluciones y proteger a los palestinos.
Esto último empezó desde el pasado mes de julio, cuando los representantes de las 14 facciones palestinas se reunieron en China para firmar la Declaración de Beijing, la cual reconoce que el camino para resolver los problemas geopolíticos intratables ya no es la unilateralidad occidental; sino la multipolaridad. Sobre esta idea, China logró en primera instancia que todas las facciones palestinas, incluidas la de Hamas y la Autoridad Palestina, dejaran sus diferencias para trabajar de manera mancomunada para ponerle fin a la guerra, gestionaran los asuntos de la población de Gaza y Cisjordania, supervisaran la reconstrucción, y crearan las condiciones más adecuadas para las elecciones en Palestina.
El segundo hecho relevante fue la reunión entre Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien este último le manifestó estar dispuesto a hacer todas las gestiones necesarias para impulsar un nuevo proceso político en Palestina, a pesar de que en estos momentos Moscú está en medio de una guerra. Aunque si bien este acercamiento es poco fructífero porque Putin no es una figura de credibilidad para muchos actores del sistema internacional y Abbas cuenta con el apoyo de Estados Unidos e Israel, lo interesante de esta reunión es que Abbas habló sobre un acuerdo verbal para que los BRICS invitaran a Palestina en el formato de difusión con el propósito de escuchar todos los puntos de vista sobre la situación, considerando además que los miembros de este foro político tienen una alta sensibilidad por las injusticias vividas por el pueblo palestino.
Sobre este nuevo panorama, entonces, surgen tres elementos para resaltar. El primero es que se hace cada vez más evidente que China cuenta con una estrategia pacificadora que dista ampliamente a la de Estados Unidos, la cual se ha caracterizado por una ambigüedad de querer acabar los ataques indiscriminados de Israel contra el pueblo inocente palestino, mientras que de manera paralela le suministra armamento a Israel para asesinar a palestinos inocentes. Segundo, todas las facciones palestinas se comprometieron, a pesar de sus diferencias, a trabajar de manera conjunta para garantizarle a su población una vida digna; así como mantener el respaldo de China, Rusia y posiblemente de los BRICS. Tercero, toma fuerza la propuesta china de “los tres pasos” para encontrar una solución en Palestina, la cual consiste en: primero, llegar a un alto al fuego amplio, duradero y sostenible en Gaza lo antes posible, y permitir el acceso a la ayuda humanitaria. Segundo, aunar esfuerzos, si es que Estados Unidos y Europa se suman, para una gobernanza en el posconflicto bajo el principio de “los palestinos gobiernan Palestina”, razón por la cual es necesario iniciar la reconstrucción lo antes posible y establecer un gobierno de consenso nacional provisional. Tercero, ayudar a Palestina a convertirse en un Estado miembro de pleno derecho de la Organización de Naciones Unidas e implementar la solución de los dos Estados.