Un reciente artículo del cofundador de Microsoft Bill Gates sobre los riesgos de la Inteligencia Artificial (IA) muestra el creciente interés, inquietudes, miedos e incertidumbres que suscita hoy a la humanidad los avances acelerados en la materia. En su artículo, Gates expresa que estamos experimentando una era de profundos cambios en la IA, los cuales están teniendo lugar de manera muy rápida afectando todos los ámbitos de la vida humana. En efecto, la IA ha demostrado incidir en la forma en que se desarrolla la sociedad actual en distintos ámbitos, en los cuales la Seguridad y Defensa no serían una excepción.
La aproximación al tema no es algo nuevo, ya que desde hace más de dos décadas se ha estado reconociendo la incidencia de la tecnología en los distintos dominios: tierra, aire, mar y espacio. Su influencia ha sido de tal notoriedad que, como Theohary (2022) lo resalta en los reportes al Congreso de los Estados Unidos, se ha llegado a reconocer al dominio cibernético como uno global dentro del entorno de la información que consiste en la red interdependiente de información, infraestructuras tecnológicas y datos residentes, incluidos el internet, redes de telecomunicaciones, entre otros.
Desde la Revolución en Asuntos Militares (RMA) por su parte, se analiza cómo a través del desarrollo de Nuevas Tecnologías Militares (NTM) surgen interrogantes sobre la operación de estas tecnologías en la conducción de la guerra desde un punto de vista de lo estratégico, lo operacional e incluso en el ámbito jurídico: ¿Quién da la orden?, ¿Cómo se ejecuta?, ¿Quién es el responsable por las consecuencias de las decisiones?
Desde la perspectiva de los estudios en seguridad internacional, el desarrollo de NTM como armas autónomas en las operaciones aéreas y espaciales, hace alusión al tipo de armamento que, de forma ‘autónoma’, o reduciendo el grado de intervención humana, tiene la capacidad de seleccionar, detectar y atacar objetivos militares como lo detalla Farinella (2021). Para la Cruz Roja Internacional, este tipo de armamento es también definido por los sistemas con cierta autonomía en sus funciones críticas (rastrear, seleccionar, identificar, etc.) y de ataque (dañar, destruir, neutralizar, etc.) (CICR, 2014).
Dado lo anterior, autores como Farinella (2021) han propuesto una categorización de los sistemas de armas autónomos relacionada con el grado de intervención humana bajo los siguientes tres criterios:
- Un sistema fuera de circuito que es totalmente autónomo y que no requiere ningún tipo de intervención humana, por lo cual, opera exclusivamente por sus características de inteligencia artificial. Aun no existen las armas totalmente autónomas, pero para las distintas organizaciones internacionales, como “Stop Killing Robots” que promueven la necesidad de una agenda legal para la restricción de este tipo de armamento, es un escenario probable a mediano y a largo plazo.
- Un sistema de arma autónoma letal que posee opción de selección de un objetivo y el uso de fuerza letal. Es el caso de armas semiautónomas que una vez son activadas por un humano podrían tener la capacidad de seleccionar y atacar objetivos.
- El arma centinela antipersonal de uso en sitios o perímetros específicos y que cuenta con niveles crecientes de autonomía en sus funciones de selección y ataque de objetivos. Por ejemplo, el Vehículo no Tripulado MQ-9 Reaper usado por Estados Unidos para tareas de vigilancia en sus fronteras con el fin de controles migratorios o para ataque directo a objetivos en la guerra contra el terrorismo en Medio Oriente.
En dicha clasificación, los últimos dos criterios no se presentan como algo nuevo, ya que el desarrollo y uso de drones o misiles guiados es algo que ya está en práctica. Sin embargo, el primer criterio de un sistema totalmente autónomo es aquel que cambiaría la manera en la que se han conducido las guerras. Lo anterior, no significa que se esté afirmando que en un futuro cercano las guerras estarán conducidas solo por robots o por vehículos no tripulados, pero sí habrá cada vez más una cercanía de los humanos con las máquinas para resolver tareas específicas o repetitivas en algunos casos. A lo anterior se agrega que, en la medida que los espacios de batalla se expanden y resultan más lejanos a las bases de operaciones, habrá la necesidad de implementar más autonomía inteligente.
A diferencia de las armas tradicionales, como por ejemplo fusiles automáticos, lanzacohetes o tanques, entre otros, pensados muchas veces estrictamente en el campo de batalla, el análisis de la seguridad y defensa desde la IA y el desarrollo tecnológico, en general, se amplía hacia otras esferas de la sociedad y también a otros actores como el sector privado, que cada vez tiene un rol más protagónico en el asunto, por lo que la clasificación de criterios anteriores queda corta ante los diferentes escenarios y nuevos actores que interfieren allí.
Por todo lo anterior, las potencias mundiales buscan la manera de no quedar rezagadas ante estos cambios acelerados, y países como Estados Unidos, China y Rusia han denominado a la IA como elemento prioritario y vital para la conservación de la ventaja militar. Durante la administración de Trump, por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos, con la orden ejecutiva “Maintaining American Leadership in Artificial Intelligence”, tomó medidas para el fortalecimiento científico, técnico y financiero en investigación y desarrollo en IA, enfocado en cinco principios: dirigir los avances tecnológicos en IA en todo el gobierno federal y la academia para promover el desarrollo científico y económico y la seguridad nacional; desarrollo de estándares técnicos adecuados que permitan el desarrollo y testeo seguros de la IA y su acogimiento en la industria la capacitación de las generaciones presentes y futuras en la aplicación de IA; fomentar la confianza del público y la confiabilidad de la IA y protegerá las libertades civiles en la aplicación de la IA; y promover un ambiente internacional que favorezca la investigación e innovación estadounidense en IA y el ingreso de sus industrias de IA a mercados abiertos, para así mantener la protección de su competitividad y sus intereses de seguridad.
La administración de Biden, por su parte, ha manifestado en reiteradas ocasiones el interés de manejar los riesgos que trae consigo el rápido desarrollo de IA, centrado en inversión federal, identificación de puntos críticos y oportunidades de educación con la IA. Feedscoop, a su vez, indica que para el año 2022 el gobierno invirtió alrededor de $3.3 billones en esta área.
China desde mediados de la década pasada, a diferencia de Estados Unidos, opta por un enfoque de innovación, investigación y desarrollo, centrado en la renovación y actualización de tecnologías preexistentes, antes que en desarrollo de nuevos sistemas. La IA en el gobierno chino está dirigido hacia la estabilidad social interna y un liderazgo del mercado tecnológico y, para ello, ha realizado inversiones estratégicas incluso en empresas comerciales de sus competidores, lo que puede llevar a afirmar que el país asiático aprovecha los avances del sector privado para integrarlo al militar. Si bien no se tiene una cifra concreta de cuánto invierte el gobierno anualmente en IA, para 2021 el valor del mercado de IA en este país estuvo estimado alrededor de $23 billones de dólares.
Puntualmente, en el área militar, en aras de cumplir sus objetivos de usar IA en sistemas de navegación aérea y reconocimiento de objetivos, este Estado ha logrado exitosamente incorporar estas tecnologías en misiles de crucero de nueva generación.
Por su parte, el gobierno ruso desde 2018 ha reflejado una postura de compromiso con el tema debido a su uso instrumental para la protección de información sensible del gobierno y forma de repeler y contener el ejercicio del acceso a la información y la opinión negativa acerca del régimen. El ejército ruso se ha enfocado en el desarrollo de robots controlados mediante sistemas de IA, puntualmente en vehículos terrestres y aeronaves autónomas con capacidad de identificación automática de blancos. Sin embargo, el desarrollo de los objetivos en IA parece estar detenidos debido a la falta de financiación (Haney, 2020).
Una vez expuestas las posturas de estos Estados, en necesario mencionar también las tensiones y retos a la seguridad que ha traído consigo el desarrollo de la IA. por ejemplo, en el caso de Estados Unidos se habla de una necesidad de legislación o regulación del desarrollo de esta herramienta debido a la libertad que tiene el sector privado para llevar a cabo esta tecnología.
Lo anterior se relaciona con los conflictos en torno a la propiedad intelectual, en el que se ha culpado al servicio de inteligencia chino de atribuirse esta, sumado a la acusación al gobierno chino de monitorear la actividad en IA estadounidense desde la institucionalidad y la academia (Romero, 2019; Haney, 2020).
El uso de IA, de manera ofensiva, es otro aspecto que enuncia Gates en su artículo teniendo como referencia la presunta influencia de Rusia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, en la que se presume que el gobierno de Putin mostró de forma contundente su capacidad de implementación de IA en operaciones de ofensiva para manipular el comportamiento de las personas en el marco de los comicios. Actualmente, la guerra en Ucrania se ha convertido en un campo de prueba para todos los usos que tiene la IA, que van desde la disminución de daños colaterales gracias a la capacidad de sintetizar grandes cantidades de información para toma de decisiones, sincronización de armas semiautónomas como drones, hasta la capacidad de ser una herramienta de manipulación psicológica y de información.
Por último, y no menos importante, está la capacidad de la IA de realizar ciberataques, lo cual puede ser la amenaza más grave debido a la dependencia del internet para conducir todos los aspectos de la guerra, y en el que el ciberataque podría afectar desde la configuración de un arma de ataque hasta operaciones de inteligencia.
De esta manera, se tiene un panorama internacional marcado por tres grandes potencias en materia de IA, pero con particularidades que permiten distinguir sus desempeños. Estados Unidos como líder tradicional en aspectos de seguridad y defensa, pero con un reto en cuanto a la financiación estatal, regulación y cooperación con el sector privado. China, con una participación del sector privado incluso con la industria extranjera y un gobierno señalado de usar a la IA como herramienta de desinformación. Y Rusia que, a pesar de sus avances en esta materia no solo desde lo defensivo sino también en lo ofensivo, podría verse limitado en el desarrollo de nuevos elementos de IA debido a la situación actual de la guerra con Ucrania.
En general, se esperaría que el uso de IA en el desarrollo de NTM sea una tendencia más fuerte en el campo de la Seguridad y Defensa por beneficios tales como reducción de daños colaterales por su precisión, (argumento que puede ser refutado por las posturas que se enfocan en los posibles fallos que tenga esta tecnología), y también como una estrategia de interferencia que no recurre a medidas tradicionales como bloqueos de territorios al opositor, sino que además afecta directamente a la sociedad civil en los casos de ciberataques a personas y actores privados, o como herramienta de manipulación de información.
*Paula Alejandra Prieto Ararat es Politóloga de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (PUJ). Magister en Relaciones Internacionales de la Universidad de Essex (UK). Actualmente se desempeña como Profesional de apoyo a la gestión de investigación del programa de Maestría en Ciencias Militares Aeronáuticas de la Escuela de Postgrados de la Fuerza Aérea Colombiana. Ha participado en proyectos de análisis del sector defensa y ha realizado algunas publicaciones en temas de política exterior y asuntos de seguridad y defensa nacional; es miembro de la Red de Seguridad Ambiental de la Fundación Konrad-Adenauer de Colombia (KAS).