El fango está en cada centímetro de los cuerpos de quienes buscan pasar el tapón del Darién, Federico Ríos, un fotógrafo colombiano, así lo retrató en el infierno que arrastra esta travesía, en la que el ser humano se evidencia superado por su propia necesidad. Ahora, habrá un obstáculo más para la vida de quienes transitan este lugar: Alambres de púas. ¿Es esta la mejor solución para controvertir los efectos negativos de la migración ilegal?
Diego Felipe Dorado*/ @Doradodc93
Mientras consideraba cómo enfrentar la migración ilegal en la frontera con Colombia, fue germinando con alambres de púas la idea en la cabeza de José Raúl Mulino, entonces candidato presidencial de Panamá. La rumió durante el despliegue de su corta y heredada campaña y luego vio la luz pública en abril del 2024, a través de una frase que se diseminó en titulares de los principales medios de comunicación del mundo: “Vamos a cerrar el Darién”.
La idea se transformó en sentencia, una clara, precisa y directa. Incluso, hizo un exitoso recorrido hasta ganar popularidad y ser protagonista en medio de las propuestas de campaña que llevaron a Mulino a colgarse la banda presidencial. Una vez posesionado, esta se graduó como una orden, que de inmediato asumió con determinación el ministro de Seguridad, Frank Ábrego: “Que Panamá cierre su frontera es la tarea que el presidente nos ha dado y es lo que vamos a hacer”.
En julio, su metamorfosis alcanzó la acción y fue el mismo ministro quien lo confirmó: “Se cerraron entre cuatro y cinco pasos por donde ingresaban migrantes irregulares a Panamá, conducidos por ‘coyotes’ (traficantes de personas), desde Colombia”. Los alambres de púas entonces finalmente pasaron de la cabeza del presidente a instalarse en el tapón del Darién.
¿Es esta la mejor medida para reducir las graves afectaciones transnacionales que se generan durante el proceso migración ilegal en la frontera entre Colombia y Panamá?
Para responder esta pregunta, es necesario recurrir a los expertos, no de germinación de ideas tan peligrosas como esta, sino en derechos humanos y migración, dos elementos tan necesarios como sobrevalorados en las fauces del ecosistema internacional y que suelen obviarse ante la premura de la acción, de las cifras, del resultado.
“No conozco prácticamente de ninguna frontera en el mundo que se pueda abrir o cerrar como una llave de agua, mucho menos cuando es una zona extensa”, responde a Aldea Mundial Andrés Besserer, candidato a doctor en ciencia política por la universidad de la ciudad de Nueva York. Para él, esta decisión corresponde a una inversión alta en infraestructura que busca dificultar el tránsito ilegal y poner en aprietos a la operación ilegal; sin embargo, el efecto termina siendo el contrario, pues poner barreras y obstáculos en el lugar, aumenta los costos del cruce ilegal, haciendo más rentable la actividad.En consecuencia, el resultado no será la disminución del número de personas que quieren cruzar el Darién, ni mucho menos la eliminación de las causas del fenómeno; Sino, por lo contrario, el fortalecimiento de negocio en el que los “coyotes” se hacen más indispensables para la operación, pues con el cierre se abren nuevas rutas, más peligrosas y desconocidas que solo ellos pueden resolver.
¿Se evaluó este panorama antes de implementar la política? Besserer cree que no:
“El impulso de estas decisiones suele ser una mezcla de retórica inflada, presiones políticas, y promesas internacionales y nacionales. La migración tiene hoy un estigma, a pesar de que es un fenómeno apenas natural y común en todo el mundo. Cuando hay imágenes de personas migrando a pie porque son pobres, se les estigmatiza y se crea la noción de desorden, entonces los gobiernos hacen promesas para “cerrar” las fronteras. Incluso, esto parece un patrón reciente de líderes latinoamericanos que quieren ganar algo de influencia con políticos de Estados Unidos que quieren disminuir la entrada de migrantes a como de lugar”.
En últimas, lo que dice el experto es que esta política es una mezcla de una expresión populista y de “mano dura” que busca simpatía con las potencias de turno o el electorado mismo; gobernantes que aprovechan las tendencias para mover la agencia de sus intereses en el ecosistema internacional, incluso, sin pensar en la legitimidad o incluso, legalidad de sus acciones. Recordemos que la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados. (1951). Adoptada el 28 de julio de 1951 en Ginebra, Suiza. Naciones Unidas, Tratado Serie 189, vol. 254, p. 137. y de la que hace parte Panamá, se refiere en el artículo 18 al trato de refugiados ilegales:
“Los Estados Contratantes no impondrán sanciones penales, por causa de su entrada o presencia ilegales, a los refugiados que, llegando directamente del territorio donde su vida o su libertad estuviera amenazada en el sentido previsto por el artículo 1, hayan entrado o se encuentren en el territorio de tales Estados sin autorización, a condición de que se presenten sin demora a las autoridades y aleguen causa justificada de su entrada o presencia ilegales” (Convención,1951).
Y el 33: “Ningún Estado Contratante podrá, por expulsión o devolución, poner en modo alguno a un refugiado en las fronteras de los territorios donde su vida o su libertad peligre por causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social, o de sus opiniones políticas” (Convención,1951). Lo que posiciona a este tipo de políticas en una delgada línea entre el cumplimiento o no a la orden internacional firmada.
Lo anterior, lo suscribe la docente investigadora de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Externado, Irene Cabrera, quien además agrega: “La acción por la fuerza ha resultado históricamente contraproducente. Lo que debería priorizarse es la cooperación, algo que no está teniendo en cuenta Panamá, pues está actuando de manera unilateral sin evaluar más opciones”.
¿Cuál debería ser la posición de Colombia?
Ante una situación tan crítica, Colombia, desde la posición de Cabrera, debe asumir acciones que propendan la cooperación, tal como la impulsada por el canciller colombiano en agosto de este año. Luis Gilberto Murillo fomentó un espacio de encuentro entre las partes para tratar el tema en conflicto, siendo, en consecuencia, un camino hacia una solución real y no retórica.
Mientras se avanza en una cooperación efectiva, los pasos anunciados en el Darién siguen obstaculizados por el estado panameño y el riesgo de mayor crisis humanitaria se prolonga. Por su parte, Beserrer, dice que el país presidido por Gustavo Petro, puede y debe exigir a Panamá buscar soluciones apegadas a normas y derechos humanos. “A veces creo que el gobierno colombiano no hace suficiente alarde del ejemplo para el mundo que han sido sus políticas de regularización migratoria, como el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes y el Permiso por Protección Temporal”.
“En un mundo ideal, países como Estados Unidos que se benefician y necesitan mano de obra migrante, impulsaría los esquemas necesarios y suficientes de visas de trabajo para generar una migración ordenada, segura y regular, mejorando a su vez, las condiciones salariales y de seguridad de los países expulsores para que la migración no fuera forzada nunca, sino una decisión libre”, cierra Besserer.
Suscrito esto. No queda más que hacer un llamado a poner el foco en los resultados que entregue el estado panameño de su política. A abrir bien los ojos sobre el modo en que es abordado este fenómeno en un contexto de elecciones en Estados Unidos, donde se ha priorizado la crisis migratoria y a las organizaciones humanitarias que recaudan con cifras los efectos de políticas tan riesgosas para las vidas de quienes por necesidad, transitan con la etiqueta de ilegal.
Sobre el autor:
Diego Felipe Dorado Collazos – Comunicador Social y Periodista, candidato a magíster en Asuntos Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Con 7 años de experiencia en redacción SEO para medios como Blu Radio, KienyKe y Red+. Con amplio conocimiento de los ambientes digitales y con habilidades para la distribución y el entendimiento de las plataformas y las prácticas de las audiencias en entornos virtuales.
Referencias:
Convención sobre el Estatuto de los Refugiados. (1951). Adoptada el 28 de julio de 1951 en Ginebra, Suiza. Naciones Unidas. https://www.acnur.org/acnur/quienes-somos/la-convencion-sobre-el-estatuto-de-los-refugiados-de-1951